4/15/2012

Pecados y Milagros

Santa  María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.


Grandes carteles sobre la calle Sainte Catherine anunciaban el estreno de ese viernes del 2002 de la película Frida. Boletines pegados en los murales callejeros y yo vuelta  loca, emocionada y preocupada. Ver en pantalla la vida de mi pintora favorita me inquietaba. Todo lo que había leído sobre  Frida se conjugaría con imágenes coloridas, olores y sabores de México que quiero tanto. 

Aparece Lila Downs con una voz sufrida y aguardentosa. Le dolía la vida. Le dolía el amor. Le dolía el dolor. No podría haber otra cantante que le diera color a los lienzos ya pintados por Frida Kahlo.

Entendí ahí, que la tierra de México, la tierra donde crecen los árboles de guayabas, el maíz y los frijoles, tiene voz y esa voz es Lila.

Se presenta  en el Festival International de Jazz de Montréal del 2006  y triunfa! La gente la esperaba. Agotaba los boletos y no podía verla. La artista  hacía giras agotadoras por el mundo entero.  Llevando a México de la mano pa' que la gente conozca el folklore de un país, los sonidos de los animales, los moles guisados por las mujeres de manos fuertes y de fe, los sabores de la fruta venidas de una tierra fértil,  los cantos de un pueblo que habla con los dioses, de nuestra madre, la tierra mexicana.  Una vez más regresa al reconocido Festival de Jazz y yo puedo al fin tener los boletos para el teatro Métropolis, un lugar intimo con una marquesina un tanto chueca pero  cobija a los grandes  jazzsistas de la historia.

Ella aparece en el escenario vestida con un atuendo mexicano en blanco mantel,  y con una sonrisa contagiosa, rodeada de músicos de diferentes nacionalidades y de un talento extraordinario. Canta canciones  llenas de vida, de naturaleza, de amor universal, de mezcal compuestas por ella pero también rescata canciones tradicionales  cantándolas en inglés, mixteco, zapoteco, maya y español. Saluda en francés y la gente enloquece.

Escuchar a Lila en vivo y tan cerca como estuve yo, es una experiencia absorbente, su voz no tiene rango alguno. Llora, ríe, se burla, se para en el escenario con franqueza y sin pudor. Una artista única que va por el mundo hablando de México con su voz.




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