4/22/2012

Naranja

Con una atmósfera política no muy favorecedora para el México dormilón es dificil encontrar al candidato ideal para ocupar la honorable silla presidencial, porque debería ser una obligación y no un detalle ser una persona inquebrantable, cultísima, altruísta, un ser humano admirable en todo contexto, para tener el privilegio de  ser presidente de  un país. A veces pienso, (tomándo en cuenta que la democrácia mexicana es inexistente) sí ya saben quién será elegido presidente, se me hace una pérdida de recursos económicos emplearlos en costosísimas campañas políticas.

  No me caen  bien los candidatos a la presidencia, los he escuchado, he analizado sus discursos y no comulgo con sus ideas, mi simpatía y respeto no está en ellos. Me sacan ronchas y de las gordas. Es así.

Y miro el paisaje y pienso como muchos, que quede el menos peor, aunque sin duda, en mis adentros exista la posibilidad de creer que puede haber una buena opción, alguién que no esté loco ni enfermo de poder, que sea congruente con sus ideas. 

Es raro ver un día de primavera con colores prestados del verano. Es rara para mí ya de por sí la primavera, pero hay días como hoy,  que siento una extraña felicidad interna, como de esperanza y fe y entonces las cosas no son tan raras. La percepción es más cálida y mis procesos se aligeran.

Lo que duerme será despertado. Las fuerzas, las ganas de tirarte de panza al mar, de volverte loca. De querer encontar esa la locura y entrar en el estado más puro de fascinación.

Quiero sentir el sabor de una naranja que no he probado nunca.


 Quiero y podré.

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