La vida son dos días y uno llueve. Y desde que le tomé otro sentido, uno más en serio, me repito miles de veces mis placeres, algo así como mantra que me recuerda lo que quiero hacer. La vida es una. Así de simple y complicada. En esta, he tratado de hacer todo lo que he querido. Lo que no está permitido. Lo que mi corazón y mi panza me han dicho. Me he dejado envolver por mis propios argumentos y he tratado de ser leal conmigo misma. Ando con las chichis de fuera y hablo fuerte. Así funciono. Un té verde y mi interminable lista de placeres:
- Un curso de fotografía y una buena cámara, de esas de turista coreana.
- Ir a ver El Lago de los Cisnes de la compañía rusa Bolshói, la más prestigiosa del mundo. Buscar entradas ya.
- Nada como llevar abrigos a la tintorería. este placer me sale bien caro aquí, he llegado a pagar casi la mitad de lo que me costó una prenda. La parte donde la recepcionista me hace mi recibo, pide mi nombre y me da la fecha de entrega, es mi favorita.
- Comprar mi boleto de avión para México. Por si sí o por si no, antes de 21 de diciembre. Qué miedo!
- Averiguar el número de color de labios de Anne (dijo que era de M.A.C).
También comprar todas las revistas cuando salen a la venta y tener toda la tarde para leerlas. Un buen artículo. Los brasieres de encaje. Hacerme diferentes cortes de pelo. Comprar música en iTunes. Las novedades de Valeria vía Whats App y leer los mensajes de texto de mis hermanas. Tomar el sol en diciembre. Y sentirme viva en Junio. Hay tanto que hacer...!
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