10/22/2011

Pinceles y colores


No, sí cuando digo que lo he hecho creeme que es cierto. Un día desperté con un sobresalto extraño, sentí la necesidad de hacer algo para sacar esta parte maniaca que me entra de repente, sabía que tejiendo no explotaba mi creatividad desbordada y que algunas veces no se ni dónde dejarla.

Como buena amiga de la impaciencia no puedo estar más de una hora en un mismo lugar al menos que esté platicando, tomándome una rica cerveza o cenando delicioso.

Pero que tal la pintura, pensé. Me aventé un curso en mailxmail.com tan rápido como barato, tomé mi abrigo de lana verde pino y mis botas rojas de tacón de garbanzo, me subí al bus 17 que me deja a unas cuadras del Plateau Mont Royal, necesitaba recorrer galerías de arte que pudieran inspirarme y no me fui al Vieux Port a esas exquisitas tiendas de arte y café, noo!! tenía primero que ver si era en serio y si sí tenía talento en el arte del pincel, montaría mi primer exposición en la estación de metro Berry, mis amigos punks seguro irían y de paso los dealers que venden la mota bien cara y una que otra prostituta culta y olorosa; de que tendría público eso era seguro, sin contar a la gente que se pasea en ese interminable de abajo para arriba diario hacia sus trabajos y dije pues si no tengo talento por lo menos tengo el estilo de vida de artista, por algo se empieza no?

Caminé y caminé mientras lo hacía me tomaba un Chai Latte (conocido por sus notas de exóticas especias picantes) hasta que llegué a esa calle que huele a incienso y jengibre, en la esquinita veo un caballete con un letrero de papel estraza que dice "Gratuit" no sabes la emoción que sentí. Y empecé a imaginar porque lo regalaban estaba en excelente estado, la madera clara dejaba ver los pincelazos de colores por todos lados. Era de algún pintor barbón tan flaco y tan triste que ya no tenía mas ganas de cargarlo. Y que lo tomo, así nomas, sin pensar cómo me lo llevaría a mi casa en dirección Este de la ciudad...

Convertí la sala de mi departamento en una galería con luces muy claras, con un aroma a soya y lavanda, un sofá color nude que me inspiraba. Tomaba té de melancolía por la mañana.

Empecé pintando mis pies, mis manos, mi panza y mis chichis. Después mezclé colores y pinté un árbol.

Nace "Magenta" luego "Beaudry" en cartoncillo y acuarela. Después aparece el primer óleo "Colores" que puse en mi cocina. Luego aprovechando mis infinitas noches de insomnio pinté uno, dos, tres y varios cuadros que permitían que mi alma danzara. Me enloquecía sentir como se deslizaba sobre el lienzo el pincel, la pintura y mi aliento en una mezcla de suspiro y nostalgia.


 




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